El río a tu lado refresca el ambiente y te hace recordar que aún estamos en invierno, aunque los hermosos recuerdos ocultan el frío y resplandecen acompañados de su calor, haciéndote sentir vivo y ver como la vida es un continuo florecimiento que solo acaba el día que se apague, y que mientras tanto estás ahí, construyendo un bonito momento más, un bonito momento por el que recordar que eres capaz de sentir y apreciar la vida.
Sigues caminando y caminando y tras unos momentos el sol ya se ha escondido mientras el anciano con el acordeón de cada noche toca esa misma canción que estabas escuchando antes, la única que el pobre hombre se sabe, y decides dejarle la moneda que te prometiste darle por alegrar los oídos cada día de cada transeúnte.
Sin más que sumido en los sentimientos, la felicidad y las sensaciones solo quedaba estar sentado en el pequeño y mágico escalón del puente de Triana mientras sus luces reflejan en el río una noche sevillana del recuerdo. De fondo, suena entonces para tí por última vez aquel solo de trompeta de Louis Amstromg y tu mente tararea para tu corazón...la vie en rose.